El niño que quería saber

El niño que quería saber

Adalberto Nieves

—Papá ¿por qué esta época del año se llama Navidad?

Ramón dejó de lijar una tabla de madera que utilizaría para hacer un nuevo mueble y sonrió al ver la cara de impaciencia del pequeño Gregorio, que esperaba una respuesta.

—Según mi padre, —comenzó diciendo el hombre— a quien le contó su abuelo, todo comenzó en casa de una mujer del pueblo. Ella se había casado, pero no podía tener hijos. El marido de ella, carpintero como yo, había perdido la esperanza de tener un varoncito, que al crecer, pudiera ayudarlo en el negocio.

—¿Por qué no podían tener hijos? —interrumpió el niño, muy  curioso que todo lo quiere saber.

—Eso es otra historia. Ya te la contaré cuando estés mayor. Sigo con lo que te contaba:

Resulta que un día, sin que nadie se lo pudiera explicar, apareció la mujer que se llamaba María, con una gran barriga. Al comienzo todos pensaban que estaba engordando porque le gustaba mucho el pan y los dulces, pero la barriga le seguía creciendo al punto que ya no podía continuar engañando a nadie.

—¿Por qué le crecía la barriga, papá?

—Ahí está el asunto y el tema del cuento: María estaba embarazada.

—¿Embarazada?

Ramón, al ver que el niño no iba entendiendo mucho, se apresuró a explicarle:

—Estaba embarazada. Llevaba un bebé en la barriga y pronto pariría.

El niño, de solo cinco años, no entendía nada de lo que hablaba el padre.

—¿Los niños viven en una barriga?. Mamá me dijo que ellos llegan volando en el pico de una cigüeña.

Ramón, al ver que estaba confundiendo a su hijo con la explicación, que el pobre no podía entender, decidió seguir contando la historia sin hacer mucho caso a las preguntas.

—El asunto es, y esto es lo más importante, que nació el niño, lo llamaron Jesús y como nació un 25 de diciembre, se escogió este día para celebrarle los cumpleaños y a la fiesta la llamaron Navidad.

—Bueno papá —habló Gregorio con una voz del que sabe mucho —eso no es lo que me contó la abuela. Ella me dijo que la navidad es una fiesta religiosa, que se celebra para recordar que hace mucho tiempo nació un niño llamado Jesús, que al hacerse hombre fue muy importante.

—Y si ya lo sabes ¿por qué me lo preguntas? —replicó Ramón sin ocultar la risa que le daba el ver a su hijo tan gracioso y entendido.

—Porqué quería conocer tu versión. Es que a cada uno de los que les pregunto me cuentan una historia diferente, que si la navidad es porqué se dan regalos, que es para comer mucho y beber bastante, que es para ir a la playa porqué no se trabaja… Nadie me da un respuesta que me convenza. Pensé que tu si sabías la verdad.

A Ramón se le arrugó el corazón y se le aguaron los ojos. Estaba orgulloso y emocionado de tener un hijo tan inteligente y despierto como Gregorio. Él pequeño era el mejor regalo que había recibido en su vida.

Antes de que el niño pensara que estaba triste o molesto, le dijo:

—Hijo, tu abuela tiene razón. Ella si sabe la verdadera historia de por qué se llama Navidad. Ve con ella, dile que termine de contarte. Verás que es una historia bien bonita. A mí también me la contó, pero cuando uno se hacer mayor va olvidando el verdadero significado de las cosas. Espero que eso no te ocurra a ti y cuando seas grande como yo, le cuentes a tus hijos todo como de verdad sucedió.

Gregorio dejó a su padre y corrió al patio. Allá estaba su abuela María de Jesús, cortando flores con las que adornaría el nacimiento. Se acercó a ella y con una pícara sonrisa le dijo:

—Abuelita, mi papá no sabe la historia como es. ¿Tu no le contaste cuando era pequeño?

—Si se la conté, mi niño. Lo que pasa es que a los hombres le avergüenza reconocer que se debe creer. Entonces cuentan todo a su manera, lo primero que se les ocurre.

Chucha, como llamaban a la abuela, terminó de cortar las flores y tratando de animar a su nieto, le tendió el ramillete y le dijo:

—Ven, vamos a terminar de montar el pesebre, verás que bonito va a quedar.

El niño tomó las flores con una mano y sujetó con la otra la mano de su abuela. Cuando llegaron a donde colocarían las flores delante de las figuras del belén, el niño miró a su abuela llamando su atención y le preguntó:

—Abuelita ¿Por qué fue que el niño que llamaron Jesús, al ser hombre, fue importante?

—Esa es otra parte de la historia. Te la contaré en marzo, cuando sea Semana Santa. Ahora terminemos el nacimiento, que tengo que ir a preparar el dulce de lechosa.

Gregorio, ese niño al que le gustaba saber todo, creció y llegó a ser un gran hombre. Se dedicó a curar enfermos, a ayudar a los necesitados, a llevar regalos en Nochebuena a los pequeños que estaban en el hospital, rezando junto a sus padres pidiendo curarse de sus enfermedades.

FIN

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